El 15 de noviembre será, a nuestro pesar, una de las fechas claves no sólo de las revueltas populares, por su innegable carácter de freno de mano de las movilizaciones sociales, sino porque el pacto suscrito modificó gran parte de la estructura de poder, desplazándose y polarizándose por clase y no por posición política. Es momento de ver más allá del dolor que nos causa esta fecha y observar qué ha cambiado en la estructura de poder en Chile.
El salvataje temporal del bloque de poder
Entre el 3 de Noviembre, cuando una masiva manifestación de ciclistas llega a la casa de el cadáver Sebastián Piñera, hasta el 14 de Noviembre del 2019 que se cumplió un año del asesinato del peñi Camilo Catrillanca, Chile estuvo en franco ascenso a la lucha de clases. Una poderosa combinatoria de actos de deliberación popular lideradas por la proliferación de cabildos, sumado a violentas manifestaciones en las calles de todo Chile y un discurso coherente que mantenía la cohesión entre las distintas tácticas de manifestación (como el frame y cristalización de “La primera línea”) puso de rodillas a todo el bloque de poder económico y político en el país.
Para salvarse como bloque de poder (desde el frente Amplio a la UDI), o dicho de otras forma, para defender el orden de clases dominante institucionalizado en el Estado Chileno, y considerando que Sebastián Piñera era un obtuso personaje que sólo hacía crecer la rabia popular, los partidos políticos a espaldas del Presidente, de la población pero presionados por militares y empresarios logran cerrar un pacto que logra mantenerlos a flote.
Los partidos políticos desde el Frente Amplio a RN se basaron en una premisa propia de los cientístas políticos: La política se hace siempre con los partidos políticos. Tanto Claudia Heiss como Carlos Ruiz Encina, han declarado incontadas veces que “No hay democracia sin partidos políticos”, o que “La política es un mecanismo para procesar conflictos sociales”; cuestiones no muy distintas de liberales como Jaime Bellolio o incluso Hugo Herrera, intelectual de la facción de Mario Desbordes, que señala que la estabilidad de un país pasa primero por la estabilidad política, en contraposición de los derechistas de la UDI, Fundación Jame Guzman, Libertad y Desarrollo o del Partido Republicano, quienes piensan que la Estabilidad económica es requisito para la estabilidad institucional, cuestión que explica la cara de Van Rysselberghe a la hora de firmar el pacto.
¿Afectó el Pacto a la movilización social?
Desde el momento mismo de su gestación, el “pacto por la paz” fue visto incluso desde parte del frente amplio hasta otros grupos de izquierda, prensa independiente, sindicatos, gremios y otras organizaciones sociales como un intento por procesar el conflicto político y de clases que se manifestaba en las calles por la vía institucional, cuestión que modificó largamente los mecanismos de acción del levantamiento popular chileno. Pero ¿Cómo podemos constarlo?
Hace meses atrás, y al calor de las movilizaciones, Actualidad Chilena hizo una revisión sobre las búsquedas de Google relacionadas con las búsquedas que tenían que ver con las revueltas populares de Octubre. Utilizamos diversas palabras claves o query’s que implicaban nodos relevantes dentro de las movilizaciones sociales, y sus frecuencias entre los meses de Octubre hasta diciembre, y luego de Octubre hasta Febrero.
Gráfico con con las mayores frecuencias relativas al movimiento popular de Octubre. el quiebre de búsquedas desde el 15 de noviembre es elocuente.
Las personas que se muestran interesadas, intrigadas o necesitan tener información sobre ciertos temas, acuden a Google como la primera manera de llegar a información y luego consumirla. Para esta búsqueda, a partir de una batería de opciones, elegimos 5 diferentes relacionados con las revueltas populares, con los cuales se tuvieron mejores resultados.
En este sentido vemos que desde el 18 de octubre existe una alta demanda por información relacionada con la Renuncia de Sebastián Piñera, pero por sobre todo por la idea de la Asamblea Constituyente; esto se relaciona con la cantidad de cabildos que se habían estado realizando desde las primeras semanas de octubre hasta la segunda semana de Noviembre, siendo probablemente el tema de mayor interés según esta información. De manera secundaria vemos la importancia que tuvieron los “chalecos amarillos” que están divididos en dos fases. La primera, son las personas que defendían sus casas por temor a los incendios de supermercados pareados con sus domicilios; y luego a principios de noviembre, una segunda fase, coincidente un nuevo aumento que coincide con los grupos de clase alta que defendían “la propiedad privada” y que luego serían gérmenes donde creció el rechazo, grupos paramilitares de derecha como la “Vanguardia”, entre otros.
Es muy interesante constatar el violento corte del interés de las personas desde mediados de Noviembre del 2019, luego del “Pacto por la paz”. Luego de este pacto, la búsqueda de estos temas casi se fue al suelo, pasando de ser de consulta recurrente a esporádica. Incluso aunque asumiéramos que toda la población dejó de buscar directamente de Google y empezó a acudir a Twitter o en prensa alternativa, no tiene sentido que ese cambio sea justamente el 15 de noviembre.
En definitiva, el objetivo de este acuerdo, a cortísimo plazo, fue logrado, modificando el estallido de rabia que sufrimos en ese momento. Pero esto es simplemente temporal, pues no desactivaron ninguna bomba: la llevaron dentro de su casa.
Pero seguir llorando sobre la leche derramada no nos sirve, seguir machacando esta derrota es improductivo. Nos llama la atención que muchas organizaciones de izquierda, ideológicamente definidas o no, además de denunciar el pacto de traición el 15 de Noviembre no ofrecen mucho más. A nuestro juicio esto se debe a dos cosas:
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Tienen razón en su diagnóstico, los compartimos y no lo olvidamos; creemos que cualquier análisis a futuro debe entender que este pacto se hizo con el bloque de poder sentados sobre cadáveres y que el Estado no ha hecho ningún gesto por reparar esto, más aún: sólo lo profundiza, lo celebra, lo “comprende” y prácticamente hay que agradecerles, Como cuando Víctor Pérez señaló que Piñera sería recordado como alguien que “optó por la democracia”. Y por otro lado
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Tenemos un grave problema y fantasma que es el derrotismo; así como importamos artificialmente a nuestro presente la transición pactada de la postdictadura, también importamos la frustración de una izquierda que aspiraba a más.
Es por eso debemos levantar la cabeza y mirar hacia dónde vamos, qué reglas cambiaron del juego político y observar escenarios posibles en un contexto de descomposición y transformación de los mecanismos de defensa de las estructuras del poder. La elite nos teme, podemos hacer todo esto y más.
“Debemos levantar la cabeza y mirar hacia dónde vamos, qué reglas cambiaron del juego político y observar escenarios posibles en un contexto de descomposición y transformación de los mecanismos de defensa de las estructuras del poder. La elite nos teme, podemos hacer todo esto y más”
En el cruce del umbral: La nuestra reestructuración del poder en Chile
Todo lo que ha ocurrido en este último año demuestra que la organización social no ha muerto ni necesariamente disminuido, simplemente se ha transformado. Gracias a las ollas comunes en la Pandemia, a una serie de protestas por el hambre, las manifestaciones por los presos políticos, del movimiento feminista, el primer y segundo retiro del 10%, la fractura real dentro de la derecha y su posibilidad de ir dividida a la la elección del 11 de Abril, nos permite hacer un análisis más profundo de cómo la distribución del poder se ha movido y polarizado: Por un lado los dueños de Chile, y por otro lado la gente común y corriente, respaldada por un aplastante triunfo popular de 78% en el plebiscito del 25 de octubre.
En los siguientes dos párrafos daremos unas pequeñas luces de las transformaciones del cambio de época que el “Pacto por la paz” propició y que serán claves para entender las próximas décadas.
a) Aquel 15 de Noviembre se realizó un procedimiento de urgencia para controlar la rabia acumulada por más de treinta años de la población Chilena, intentando “interiorizar” el conflicto hacia dentro de la Institucionalidad chilena, cual transición. El problema es que esto no desactiva la bomba, sino que la mete dentro de la casa.
El descontento social sigue vigente y poderoso, ha mostrado claras señales de no detenerse, pero sí transformarse, desplazando el centro de gravedad del poder y polarizarlo: por un lado el pueblo, altamente informado, crítico, desconfiado del bloque de poder que conforman todos los partidos políticos y el gobierno, y por otro lado los grandes grupos económicos.
Éstos, cada vez más acorralados, cada día van dejando de actuar como políticos profesionales a los cuales confiarles el poder de la administración del Estado, pues lo han perdido. Además, un puñado de ellos ha sido aplastado en el plebiscito con un vergonzoso 21%, viéndose cada vez con más necesidad de usar medidas coercitivas explícitas, siendo sostenidos por las Fuerzas Armadas y de Orden, así como por uno que otro grupo paramilitar en el Sur pagados para estos mismos fines. Y que además, ha llegado al ridículo del uso político de las medidas sanitaria de las pandemias, que ya tiene a la mitad de una cada vez más empobrecido Sur en una segunda cuarentena total y con toque de queda a las 20:00, y que probablemente sean las medidas que se extiendan al resto del país.
b) Esta polarización “de abajo hacia arriba” y no entre posiciones políticas, abre camino a que detone la bomba propia de los tiempos de monstruosidades que vivimos, y el descontento social traído dentro de la institucionalidad pone en escena 4 elementos:
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Un movimiento de masas con sed de cambios estructurales para su bienestar, altamente descentralizado, con mucho poder de resiliencia, con inteligencia instantánea y alto poder de organización y presión, así como un sentido de buena administración de sus fuerzas,
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un bloque de poder político deslegitimado, desgastado, que no entiende el cambio epocal pues sus estructuras lentas y que tienen por objetivo acaparar para sobrevivir ,da muestras serias de fatiga de material y nula voluntad de reactualizar los partidos políticos, autocondenándose al fracaso;
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Se abre el espacio para que surja un liderazgo que prometa cumplir las consignas que este movimiento de masas,
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Que el clivaje político de los próximos años se desarrolle en el nodo “El pueblo vs los poderosos”, donde la gestión del poder se base cumplir el clamor popular, y que no sólo es Chileno sino que viendo los casos de Perú, Bolivia y Ecuador Todo esto dará para nuevas columnas para desarrollar más este nuevo cambio de época.
En definitiva El 15 de noviembre terminará devorando a sus firmantes.
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