El blog de ~soldanes [email protected]
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La industria que perdimos en el fuego
Hubo una home computer fabricada en Argentina, y su origen está tan imbricado en los vaivenes de nuestro país que conecta a Siam, Di Tella, IBM, el Rodrigazo y la Guerra de Malvinas. Repasamos con su dueño la historia de Czerweny y la CZ Spectrum, una historia de chips y sustitución de importaciones, marcada a fuego.
156 juegos de ZX Spectrum ordenados y andando
Para gusto del público del ciclo #CommodoreNight, y anticipándonos a la fecha del 17/2, unas palabras acerca de los juegos disponibles.
El nonno, la Invasión a Yugoslavia y el armisticio italiano
Durante mi adolescencia seguí yendo a ver a mi nonna, que vivía a tres cuadras de mi casa. A ella le debo mi profunda y para nada problemática adicción al café. Sin ningún tipo de pudor o recaudo mi nonna me servía esos cafés cortitos, potentes y poderosos, cuando apenas tenía 10 años. La veía prepararlos en esa extraña cafetera que hervía y luego debía ser dada vuelta para que el agua pase de un recipiente a otro, para así filtrarse. Me fascinaba ese ritual que rozaba lo cyberpunk y mágico. ¿Cómo no iba a querer probar ese brebaje oscuro y caliente que salía de ese recipiente místico de metal? En charlas de adolescencia volvía a preguntar sobre el nonno, sobre la guerra y sobre vivir en Milano durante los bombardeos: “Si tuviera que nacer de nuevo y vivir otra vez en Italia durante el fascismo y la guerra, me mataría. Si tengo que elegir, prefiero morir a vivir eso nuevamente”.
El nonno, entre el deporte y el inicio de la guerra
Durante los veranos de mi infancia me la pasaba bastante tiempo en lo de mis nonnos. Su casa era enorme y el patio inmenso, lleno de árboles, plantas y rosas que mi nonna cuidaba prodigiosamente. Durante las tardes, cuando el violento sol del verano derretía los parches de brea sobre el asfalto rotoso de Campana, nos refugiábamos en esa casa, en ese patio, a zambullirnos en la pileta enorme que mi nonno había construido. César era un eximio deportista, y la natación era una de sus actividades deportivas favoritas: si queríamos utilizar la pileta, primero, antes que nada, debíamos pasar por las clases de natación. A mi no me molestaba, amaba nadar y quería aprender, pero no a todos los nietos y nietas les gustaba.
El nonno y la Segunda Guerra Mundial
Me acuerdo patente el momento en que mi mamá me avisó que había muerto el nonno. Era un 29 de diciembre de 1997, estaba en la cama de mi hermano tomando una chocolatada con galletitas mientras miraba los dibujitos de los Hombres de Negro en Cartoon Network. Eran las 6 de la tarde, o al menos así lo recuerdo: siempre veía esa serie cuando llegaba del cole. Pero la escuela había terminado, el calor reinaba en Campana y el llanto se hizo inmenso ante la noticia.